CONCORDIA, IGUALDAD Y LIBERTAD
El pueblo aragonés y las fuerzas sociales, políticas y culturales aragonesistas tienen cada 20 de diciembre, a través del recuerdo del sacrificio de su Justicia Mayor y de quienes junto a él se rebelaron contra la opresión en 1591, la ocasión de reflexionar sobre el presente y el futuro de Aragón. Los acontecimientos que están afectando a nuestra Nación milenaria hoy día ponen a las aragonesas y a los aragoneses ante la obligación de interrogarse sobre el valor que la búsqueda de la paz y la concordia tienen para el devenir de la Humanidad. En todos los ámbitos de la vida, en todos los continentes de la Tierra, el gesto despectivo, la actitud arrogante, las palabras de odio o el flirteo con la brutalidad son la imprescindible antesala de la ruptura de la convivencia, la violencia y la guerra. Aragón es una Nación forjada en la cultura del diálogo, de la resolución pacífica de las controversias y del compromiso. Es un valor que debemos mantener y debemos proyectar hacia los demás. Llamamos a toda la sociedad aragonesa a mostrarse proactiva en la repulsa de toda forma de agresividad, intolerancia, violencia y totalitarismo en su seno, y a promover activamente los valores de la convivencia, el diálogo y la democracia en todo el mundo.
Pero Aragón también percibe la sombra de la injusticia a través de la desigualdad. La resolución del conflicto territorial actualmente abierto en el Estado español exige de grandes dosis de generosidad, paciencia y diálogo, pero no hasta el extremo de consagrar definitivamente la desigualdad entre los pueblos y naciones que lo componen. La propia naturaleza de dicho conflicto se debe a la inadecuada arquitectura territorial que dibujó la Constitución de 1978 la cual, aun sin satisfacer las aspiraciones más ambiciosas de algunas nacionalidades, impone una desigualdad de la que Aragón es una de las más perjudicadas. La resolución del conflicto debería conducir a una reforma del modelo de Estado que garantice los mismos derechos de todos sus territorios constituyentes desde la base de la igualdad en la diversidad de todos ellos. Aragón no es ni más ni menos que los demás pueblos y naciones y reclama el mismo nivel de autogobierno y financiación que se reconozca a las comunidades más favorecidas.
Las libertades del pueblo aragonés continúan bajo la amenaza de los recortes de derechos y la mordaza a las lenguas y manifestaciones culturales de nuestro País. La libertad para todas y todos se garantiza a través del Estado social y de derecho, y su desguace progresivo se la arrebata a los más pobres en beneficio de los más ricos. La injusticia social y la falta de una visión integradora de Aragón están en la base de nuestra despoblación rural y la exclusión de amplias capas de nuestra sociedad. La represión de nuestra diversidad lingüística y cultural es la esencia de nuestra asimilación como pueblo y nuestra voluntad de ser y existir como pueblo libre. Las cadenas de los déspotas del pasado parecen hoy día más sutiles pero no son menos onerosas para nuestras libertades.
Defendamos nuestras libertades, exijamos la igualdad y la dignidad de nuestro pueblo, busquemos la paz y la concordia. Reivindiquemos el orgullo de ser aragonesas, de ser aragoneses, y no reblemos nunca.
¡¡¡ENTALTO ARAGÓN!!!